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Digidáctica: ampliar las competencias en la vida escolar cotidiana

Un comentario de Raphael Pohland

Un meme me llamó la atención en un conocido canal de redes sociales. Admito que fue muy escabroso. La redacción aproximada era: "¿Por qué los niños tienen que saber todas las asignaturas en la escuela cuando ni siquiera hay un profesor para todas las asignaturas?". Las funciones de comentario posteriores rebosaron de indignación y justificaciones por parte del personal educativo. Para mí, esto estaba en parte justificado.

Pero lo que me hizo pensar fue la afirmación básica o el problema que hay detrás. Cada subárea está tan ramificada por la riqueza del conocimiento y la complejidad que ha crecido que, además de la penetración de la materia, se necesita también el "universo paralelo" de la didáctica y la pedagogía en el aula para transmitir estos conocimientos, al menos de forma básica, en la vida escolar cotidiana. Mientras que, por decirlo de forma sencilla, la pedagogía se ocupa de la teoría y la práctica de impartir conocimientos, la didáctica es el arte de aprender y enseñar. Según la definición, la didáctica es un componente central de la pedagogía.

Existe un amplio consenso social de que la era digital ha entrado en el sector de la educación y que la forma futura de impartir conocimientos es digital. En consecuencia, la pedagogía y la didáctica, los componentes básicos de la "transferencia de conocimientos", tendrán que ampliarse aún más con un importante componente: "Digidáctica".

"Digidáctica" podría definirse así: Se trata de la implementación de procesos de aprendizaje digital y el conocimiento del usuario de la tecnología digital con los conocimientos didácticos existentes.

Lo admito, por el momento la evolución de la tecnología no es tan autoexplicativa como abrir un libro, aprender a encender los retroproyectores o enrollar los mapas. Pero el camino hacia un uso evidente de los dispositivos finales digitales y la gestión en el aula es indispensable. Sobre todo porque los índices de aceptación de los equipos digitales aumentan cada año por parte de los padres, los alumnos y también los profesores.

Para aplicar y establecer con éxito la "digidáctica", se necesitan, además de la didáctica clásica, estrategias para impartir conocimientos a través de vehículos digitales y una comprensión básica de las posibilidades técnicas. Sin embargo, no hay que exigir que los profesores tengan que cursar un grado de informática para impartir clases digitales. Se trata más bien de enseñar a los profesores el tema de la "digitalización" de la manera más sencilla y comprensible posible durante su formación.

El conocimiento del usuario digital significa, en primer lugar, que las barreras de uso deben reducirse al máximo o, al menos, de forma considerable. Aquí, los fabricantes de herramientas, apps y aplicaciones basadas en software están llamados a desarrollar soluciones democráticas. La digitalización sólo funcionará si se centra en la aplicación y no se necesita un conocimiento experto en profundidad.

Es necesario un cambio de paradigma en la comunicación, en los escenarios de aplicación y en la facilidad de uso. Steve Jobs demostró que esto ya funcionó en el pasado cuando hizo que el ordenador personal fuera accesible a un amplio público con Apple. Esto no significa, sin embargo, que el sistema escolar deba mutar en una "iPad-agogía" en la que los fabricantes individuales puedan establecer un dominio educativo y abusar de su poder de mercado. Aquí es donde el legislador está llamado – y ya activo – a través de la compleja normativa del GDPR.

Un punto clave para que la digitalización en el sector de la educación se aplique con éxito en la vida cotidiana será si se toma de la mano a los mediadores en el viejo principio emisor-receptor de la transferencia de conocimientos: los profesores. Es cierto que la adquisición de dispositivos y programas digitales, así como la instalación de un entorno "digitalmente amigable", como una WiFi estable, son indispensables para una estrategia de digitalización. Pero sin el compromiso de los profesores con la tecnología, incluso los dispositivos y las aplicaciones más innovadoras son de poca utilidad.

Foto: Raphael Pohland/GeorgePeters, istockphoto